Santos Aquila y Priscila (o Prisca)

Colaboradores del apóstol Pablo y ejemplos de entrega cristiana.

Los santos Aquila y Priscila (o Prisca), pareja de cristianos comprometidos en la difusión del evangelio, fueron colaboradores cercanos del apóstol Pablo. Sus vidas, aunque narradas brevemente en el Nuevo Testamento, ofrecen un inspirador testimonio de fe, entrega y valentía en la propagación del cristianismo durante el florecimiento del mismo. Su dedicación, tanto en la evangelización como en el apoyo personal a Pablo, dejó una profunda huella en las comunidades cristianas primitivas, como lo demuestran las cartas apostólicas. Esta devoción continua a través de los siglos, haciendo de ellos ejemplos brillantes a imitar para los creyentes. Acompáñenos en un viaje a través de sus vidas, explorando su importancia dentro de la historia de la Iglesia y el legado que dejaron.

Datos principales

Nacimiento y primeros años

No existen registros históricos que detalle los primeros años de Aquila y Priscila. Se sabe que Aquila era originario del Ponto, y que ambos eran judíos expulsados de Roma por un decreto del emperador Claudio en el año 49 d.C., según el historiador Suetonio. Esto sugiere una vida dedicada a sus actividades en las comunidades judías. No se sabe con certeza si eran cristianos en el momento de la expulsión o si se convirtieron posteriormente a través de la prédica de Pablo.

Vocación y conversión

La expulsión de Roma probablemente fue un momento crucial para Aquila y Priscila, ya que forjó su compromiso en el nuevo evangelio. El encuentro con Pablo en Corinto, descrito en Hechos 18, fue un punto de inflexión en sus vidas. Su oficio de fabricantes de tiendas les proporcionó una base para su sustento. No se cuenta su conversión en ningún pasaje explícito, pero su complicidad con Pablo y sus acciones en la evangelización sugieren una conversión profunda y un cambio en su visión del mundo.

Vida religiosa y obra

Tras la llegada de Pablo a Corinto, Aquila y Priscila lo acogieron en sus casas. Su vida cotidiana reflejaba una profunda fe y un compromiso inquebrantable, ya que se les considera un ejemplo de cristianos comprometidos, tanto con la predicación como con el servicio a los demás. En Corinto, se les describe como colaboradores de Pablo en la evangelización y la transmisión del mensaje cristiano. Posteriormente, los acompañaron a Éfeso, donde no solo lo acompañaron, sino que continuaron con su labor de evangelización, como se relata en el libro de Hechos 18:26. La labor de apoyo a Apolo, un judeocristiano incipiente, resalta la capacidad de Aquila y Priscila para guiar a los nuevos creyentes y profundizar su comprensión del evangelio.

Milagros y hechos extraordinarios

Los escritos del Nuevo Testamento no mencionan milagros o hechos extraordinarios atribuidos específicamente a Aquila y Priscila. Sin embargo, su entrega y dedicación a la fe se presentan como ejemplos de una vida santa que trasciende los hechos sobrenaturales. Se destacan por su compromiso con la evangelización y su generosidad hacia Pablo, elementos fundamentales de la comunidad cristiana primitiva.

Muerte y canonización

No hay información disponible sobre la fecha ni el lugar de sus muertes. La última mención de su presencia está en 2 Timoteo 4:19, donde se incluye su nombre en un saludo. La falta de registros precisos sobre su fallecimiento es un reflejo de la dispersión de las comunidades cristianas primitivas y las dificultades para preservar los registros históricos en ese momento. Por tanto, no se considera su canonización como un proceso formal.

Elogios y culto posterior

A través de los siglos, Aquila y Priscila (o Prisca) han sido reconocidos por su ejemplo de fe, entrega, y compromiso con la evangelización. Su historia, narrada en el Nuevo Testamento, resalta la importancia del trabajo en equipo y la colaboración entre creyentes para la propagación del evangelio. Su memoria sirve como inspiración para los creyentes en la actualidad, animándolos a emular sus virtudes de caridad y apoyo mutuo.

"Saludad a Prisca y Aquila, colaboradores míos en Cristo Jesús." - Romanos 16:3

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