Santa Margarita de Escocia, Reina: Un Modelo de Virtud y Devoción

Santa Margarita de Escocia, reina de este reino, fue un faro de virtud y devoción en un contexto histórico complejo. Su vida, cargada de sacrificio, entrega y profunda fe, transformó la corte escocesa y dejó un legado que la convierte en una figura esencial para la historia de la Iglesia. A través de la oración, el ayuno, la caridad y la dedicación a los necesitados, Margarita se convirtió en una poderosa influencia para su esposo, el rey Malcolm III, y para todo el reino. Esta santa, que desafió las adversidades con fortaleza y amor, se erigió como un ejemplo para las generaciones venideras, sentando las bases para un reino más justo y piadoso. Descubre en estas páginas la asombrosa historia de una reina que elevó su vida a la santidad.

Datos principales

Nacimiento y primeros años

Santa Margarita nació probablemente en Hungría, siendo hija de Eduardo d'Outremer, pariente cercano del rey Eduardo el Confesor de Inglaterra, y hermana del príncipe Edgardo. Pocos detalles específicos se conocen sobre su infancia, pero se infiere que fue educada con principios cristianos sólidos, dado su posterior comportamiento y obras.

Vocación y conversión

La temprana edad de Margarita y su entorno familiar marcaron su vida. Al huir Edgardo, su hermano, de las acechanzas de Guillermo el Conquistador, se refugió con ella en la corte del rey Malcolm Canmore, en Escocia. Allí, la belleza, bondad y recato de Margarita cautivaron el corazón del monarca. Su matrimonio en 1070, a los veinticuatro años, marcó un antes y un después en la historia de Escocia.

Vida religiosa y obra

Su influencia sobre el rey Malcolm fue transformadora. El monarca, un hombre inicialmente rudo e inculto, se vio profundamente influenciado por la fe y la sabiduría de su esposa. Margarita promovió un ambiente de justicia, caridad y misericordia en el reino, alentando al rey a tomar decisiones piadosas y prudentes. Administró los asuntos domésticos con diligencia, y fue consultada regularmente en temas de Estado, demostrando su destacada capacidad de liderazgo.

Además de su dedicación a la familia real y a su esposo, Margarita dedicó su vida a fortalecer la fe cristiana en Escocia. Se centró en acabar con los abusos y desórdenes, tanto entre sacerdotes como laicos. Promovía la celebración de los días de fiesta y ayunos, instando a la participación en la comunión. Combatió la simonía, la usura y el incesto, demostrando una férrea postura ante lo que ella consideraba pecado. Fundó y edificó varias iglesias, destacando la de Dunfermline, dedicada a la Santísima Trinidad, y promovió la educación a través de la contratación de buenos maestros en todas las regiones. Margarita formó también una asociación de costura, con mujeres de la corte, para proveer de vestimenta a las iglesias.

Su vida familiar estuvo marcada por la profunda religiosidad. Educó escrupulosamente a sus seis hijos varones y dos hijas, guiándolos en la fe cristiana y velando por sus estudios. Su hija Matilde, que se casó con Enrique I de Inglaterra, y sus hijos Edgardo, Alejandro y David, fueron figuras relevantes en la historia, con David reconocido como santo localmente.

Milagros y hechos extraordinarios

Se cuenta que el ejemplar libro de los Evangelios que Margarita utilizaba para sus devociones, sufrió un incidente peculiar: cayó al río y, a pesar de quedar mojado, no sufrió daño alguno más que una leve mancha en la cubierta. Esto se atribuye a la protección divina.

Su generosidad con los pobres era legendaria. Habitualmente visitaba a enfermos y necesitados, proveyéndoles asistencia y cuidado. Fundó posadas para peregrinos y rescató a cautivos, especialmente ingleses. Jamás se sentaba a la mesa sin primero alimentar a niños huérfanos y adultos necesitados. Se relataron otras historias de su profunda piedad, aunque no existe evidencia científica para confirmarlas.

Muerte y canonización

En 1093, tras la muerte trágica del rey Malcolm y la pérdida de su hijo Eduardo, Margarita, postrada en su lecho de muerte, recibió la noticia con profunda tristeza. A pesar de la adversidad, mantuvo su fe inquebrantable, expresando su esperanza en la misericordia divina. Los últimos momentos de su vida estuvieron marcados por la oración y la resignación. Murió el 16 de noviembre de 1093 a los cuarenta y siete años. Fue sepultada en la iglesia de la abadía de Dunfermline. Su canonización se produjo en 1250 por el papa Inocencio IV, y fue declarada patrona de Escocia en 1673.

Elogios y culto posterior

El legado de Santa Margarita trasciende su tiempo. Sus acciones, su fe y su influencia llevaron a la transformación moral de la corte escocesa. Se reconoce la gran labor que realizó, no solo como reina, sino como impulsora del progreso social y espiritual. Margarita se convirtió en un ejemplo viviente de virtud cristiana, de dedicación a los demás y de fortaleza en tiempos difíciles. Sus escritos y crónicas, como las de Turgot, prior de Durham y posteriormente obispo de Saint Andrews, la describen como una mujer excepcional, cuyo carácter irradiaba una profunda serenidad, sabiduría, y dulzura, sin perder el valor ante la adversidad. El culto a esta santa reina se mantiene vigente hasta hoy.

"Encolerízate, pero no llegues a pecar." (Atribuido a Santa Margarita, posiblemente citado por Turgot).

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