San José Benito Cottolengo, Presbítero: Un Héroe de la Caridad en el Siglo XIX

San José Benito Cottolengo, Presbítero: Un Héroe de la Caridad en el Siglo XIX

Un día de septiembre de 1827, un sacerdote, José Benito Cottolengo, se encontró con la tragedia de la muerte de una joven francesa, víctima de la falta de atención médica durante su viaje. Este encuentro marcó un antes y un después en la vida de Cottolengo, un hombre que, lejos de resignarse al dolor, decidió dar su vida a la construcción de un hogar para los desvalidos y necesitados, una institución que aún hoy se conoce como "un cottolengo", símbolo de caridad y compasión. Esta biografía detallada profundizará en la vida, obra y legado de este santo, destacando su lucha por los marginados y su confianza inquebrantable en la Divina Providencia.

Índice
  1. Datos principales
  2. Nacimiento y primeros años
  3. Vocación y conversión
  4. Vida religiosa y obra
  5. Milagros y hechos extraordinarios
  6. Muerte y canonización
  7. Elogios y culto posterior

Datos principales

DatosDetalles
Nombre completoSan José Benito Cottolengo
Fecha de nacimiento1786
Fecha de muerte1842
Lugar de nacimientoBra del Piamonte, Italia
Lugar de fallecimientoChieri, Italia
Día de celebración29 de abril
ElogiosFundador de instituciones caritativas para enfermos, huérfanos, marginados, y personas con discapacidad intelectual. Gran ejemplo de caridad y confianza en la Divina Providencia.
AtributosLa caridad, la compasión, la confianza en Dios, la humildad. Iconografía: Representado generalmente con los enfermos a su alrededor y con las manos abiertas.
Canonización1934 por el Papa Pío XI
PatronazgoDe los enfermos, los marginados, los huérfanos, y las personas con dificultades.

Nacimiento y primeros años

José Benito Cottolengo nació en 1786 en Bra del Piamonte, Italia. Poco se conoce de sus primeros años, pero las fuentes indican que fue criado en un ambiente familiar que inculcó en él los valores cristianos. Aunque sus orígenes no fueron de extrema riqueza, la educación recibida le permitió acceder a una comprensión profunda de la fe católica y de los principios morales. Este periodo de formación fue fundamental para el desarrollo de su carácter y el futuro de su obra.

Vocación y conversión

La muerte de la joven francesa en 1827 fue un punto de inflexión en la vida de Cottolengo. El impacto de presenciar el sufrimiento de esa mujer y la falta de recursos para atender a los enfermos en Turín lo impulsaron a actuar. Esta experiencia le produjo una profunda conversión, un cambio radical en su perspectiva que lo llevó a buscar soluciones prácticas para el alivio del dolor humano.

Vida religiosa y obra

Motivado por su nueva misión, Cottolengo alquiló cinco habitaciones en una casa de Turín (Volta Rossa) para albergar a enfermos necesitados. La respuesta fue inmediata, se sumaron voluntarios, médicos y farmacéuticos. Este pequeño hospital se expandió rápidamente, convirtiéndose en un centro de atención multifacético para personas de diferentes condiciones.

Con el paso del tiempo, el hospital se trasladó a Valdocco, zona cercana a Turín, y se convirtió en la famosa Piccola Casa o Casa de la Divina Providencia. El nombre refleja la profunda convicción de Cottolengo en la ayuda divina. A medida que la población crecía, también lo hicieron las necesidades, y la institución se expandió con nuevas construcciones, incluyendo la Casa de la Fe, la Casa de la Esperanza, y la Casa de la Madonna, entre otras. Esta institución no se limitó a atender a los enfermos, sino que también acogió a huérfanos, inválidos, personas con retraso mental, sordomudos, y otros grupos necesitados.

Cottolengo estableció congregaciones religiosas como las Hijas de San Vicente de Paúl (Hermanas Vicentinas), y las Hijas de la Compasión, dedicadas a la oración por los moribundos, y a otras que se encargaron de orar por las necesidades de la Iglesia, los enfermos y las almas del Purgatorio. La organización y la administración de la institución eran un desafío en sí mismo, pero su visión y su confianza inquebrantable en la Divina Providencia fueron cruciales para el éxito de su obra.

Milagros y hechos extraordinarios

Aunque no se registran milagros en el sentido tradicional, la obra de San José Cottolengo se considera un testimonio de la acción de Dios, tanto en las obras de caridad, como en el éxito de sus iniciativas y en la atención recibida por parte de voluntarios y colaboradores. La rápida expansión y respuesta a las necesidades demostraron un apoyo incondicional hacia su propósito, destacando la fuerza de la oración y la colaboración de las congregaciones religiosas bajo su tutela.

Muerte y canonización

Cottolengo, agotado por su intensa labor y las enfermedades, falleció en Chieri, el 1842, a los 56 años. Su muerte fue tranquila, sin temor ni ansiedad por el futuro de su obra, confiado en la Divina Providencia. Nombró a su sucesor y se despidió de sus hijos espirituales. San José Benito Cottolengo fue beatificado el 29 de abril de 1917 por el Papa Benedicto XV y canonizado el 19 de marzo de 1934 por el Papa Pío XI, reconociendo así la magnitud de su impacto en la Iglesia y en la sociedad.

Elogios y culto posterior

El legado de San José Benito Cottolengo trasciende su vida terrena. El impacto que produjo su confianza en la Divina Providencia, la convicción de que era un instrumento en las manos de Dios, y su abnegación por la ayuda de los desposeídos, lo convirtieron en un modelo de caridad y compasión. La Piccola Casa, o Casa de la Divina Providencia, continúa atendiendo a miles de personas en la actualidad, y el nombre de Cottolengo se ha convertido en sinónimo de cuidado y atención a los pobres. Su veneración se extiende a través de la oración y la contemplación, recordando su ejemplo y buscando el fortalecimiento espiritual para la ayuda y el apoyo a los necesitados.

"Somos como las marionetas de un teatro. Los títeres se mueven, brincan, bailan y dan señales de estar vivos, en tanto que el manipulador los mueve. Unas veces representan a un rey, otras a un payaso... Pero en cuanto termina el acto, quedan desmadejados en un rincón, cubiertos de polvo. Lo mismo sucede con nosotros: la Divina Providencia nos manipula y nos mueve en nuestras diferentes funciones. Nuestro deber es acomodarnos a sus planes y representar el papel que nos ha destinado; responder pronta y exactamente al movimiento que nos imprime la mano de Dios." - San José Benito Cottolengo

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