San Bernardino Realino, Presbítero de la Compañía de Jesús

San Bernardino Realino, Presbítero de la Compañía de Jesús

San Bernardino Realino, un presbítero jesuita que dedicó su vida al servicio de los necesitados y a la predicación, representa un ejemplo excepcional de fervor apostólico. Nacido en un contexto de auge cultural en Italia, se destacó por su compromiso con los más vulnerables, su caridad, y la profunda devoción que, según las crónicas, atrajo admiración y reconocimiento entre la población de su época. Este artículo profundiza en la vida, obra y el legado de este santo, explorando su impacto en la historia de la Iglesia y las particularidades que rodearon su canonización.

Índice
  1. Datos principales
  2. Nacimiento y primeros años
  3. Vocación y conversión
  4. Vida religiosa y obra
  5. Milagros y hechos extraordinarios
  6. Muerte y canonización
  7. Elogios y culto posterior

Datos principales

DatosDetalles
Nombre completoSan Bernardino Realino
Fecha de nacimiento1530
Fecha de muerte1616
Lugar de nacimientoCarpi, cerca de Módena, Italia
Lugar de fallecimientoLecce, Apulia, Italia
Día de celebración2 de julio
ElogiosFervor apostólico, caridad desinteresada, dedicación al servicio de los enfermos y presos, y predicación conmovedora
AtributosSangre licuefacta, incorrupción parcial de los restos
Canonización22 de junio de 1947 (por Pío XII)
PatronazgoNo especificado en el texto proporcionado

Nacimiento y primeros años

Bernardino nació en Carpi, cerca de Módena, en 1530. Su juventud, según los datos disponibles, fue probablemente alegre y prolífica. Se destaca que recibió una sólida formación académica, combinando el rigor de los estudios con la lectura de los humanistas. Esta formación integral lo preparó para su posterior carrera.

Vocación y conversión

Bernardino, tras iniciar sus estudios de derecho, experimentó una profunda conversión a la vida religiosa a la edad de 34 años. Ingresó en la Compañía de Jesús, una decisión que marcó un giro radical en su vida, guiado quizás por el encuentro con San Ignacio de Loyola, o sus primeros compañeros. La formación que recibió en la Compañía de Jesús en Nápoles bajo la dirección del P. Alonso Salmerón, lo moldeó y encaminó hacia el servicio a los demás.

Vida religiosa y obra

Su vida religiosa estuvo centrada en el servicio pastoral. El P. Realino, como se le conocía en su época, dedicó diez años a la predicación, la catequesis y la atención a los enfermos, pobres y presos en Nápoles. Luego, continuó su servicio en el colegio de Lecce, donde ejerció como rector hasta su fallecimiento. Su generosidad y su celo apostólico fueron reconocidos, consolidando su popularidad y generando una profunda veneración entre el pueblo.

Milagros y hechos extraordinarios

La devoción popular hacia Bernardino se intensificó con reportes de hechos extraordinarios atribuidos a su santidad. Seis años antes de morir, sufrió una caída que le provocó heridas incurables. Durante su última enfermedad, la sangre de sus heridas, recogida en frascos, se conservó en estado líquido durante más de un siglo en algunos. En otros, la sangre burbujeaba e incluso aumentaba de volumen. Los testimonios, recogidos en el proceso de beatificación, mencionan casos de la sangre "hirviendo" en el aniversario de su muerte o cuando se acercaba al relicario con su lengua. En 1634, la apertura de su tumba reveló una parte del cuerpo incorrupto, preservada en dos receptáculos de cristal. Su resurrección y conservación de la sangre y los restos fue vista como prodigio. La posterior reapertura de la tumba, en 1711, por el obispo de Lecce, y los análisis médicos del líquido, contribuyeron a sustentar estos supuestos milagros. Testimonios documentados, incluso de 1804 y posteriores, refuerzan la persistencia de estos fenómenos, aunque la situación de la sangre en los frascos en 1895 difiere de las observaciones anteriores.

Muerte y canonización

Bernardino Realino falleció en Lecce a los ochenta y seis años de edad. La veneración popular y los supuestos milagros que rodearon su vida fueron cruciales para su posterior proceso de canonización. La canonización, realizada por Pío XII en 1947, reconocía oficialmente la santidad de Bernardino.

Elogios y culto posterior

La vida de Bernardino es elocuente de su profunda vocación pastoral. Su dedicación, su celo y su caridad inquebrantable le granjearon el respeto y la admiración de la comunidad. La persistencia de los fenómenos vinculados a sus restos y la abundancia de testimonios, son indicios de una devoción duradera que continúa resonando en la Iglesia.

"A Dios todopoderoso, a quien nada es imposible, damos infinitas gracias por sus beneficios tan grandes, y te lo pedimos por tu Hijo Jesús Cristo, Señor nuestro. Amén."

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