Beatos Guillermo Scott y Ricardo Newport: Mártires de la Fe en la Inglaterra Jacobea

Los mártires Guillermo Scott y Ricardo Newport representan un valiente testimonio de la fe católica en la Inglaterra del siglo XVII, una época de intensa persecución religiosa. Sus vidas, marcadas por la fidelidad a la Iglesia y el profundo compromiso con la misión apostólica, nos invitan a reflexionar sobre la valentía necesaria para defender la verdad y la importancia del martirio como una suprema expresión de amor a Cristo. A través de su ejemplo, estos dos hombres, nacidos con décadas de diferencia, enlazaron sus destinos con la historia de la fe en un periodo de intensa prueba. Este artículo explora sus vidas, obra y legado, profundizando en la persecución que sufrieron y en la perseverancia con la que defendieron su fe.

Datos principales

Nacimiento y primeros años

Guillermo Scott, hijo de padres anglicanos, nació en Chigwell, Essex, en 1578. Recibió una educación inicial en Londres y continuó sus estudios en el Trinity Hall de Cambridge, obteniendo un doctorado en derecho en 1600. Ricardo Newport, por su parte, nació en Peterborough en 1572, y se trasladó a Roma en 1595. Su trayectoria vital, mientras se perfilaba como la de un hombre de fe, muestra un camino que lo separó de su familia y su formación inicial.

Vocación y conversión

La trayectoria de ambos hombres, a pesar de sus diferentes inicios, condujo a ambos hacia la fe católica. Para Guillermo Scott, fue la lectura de un libro lo que desencadenó su conversión, lo que le llevó a reconocer la Iglesia Católica como la verdadera Iglesia de Cristo. Ricardo Newport, por su parte, viajó a Roma, fue admitido en el colegio inglés, y ordenado sacerdote en la Basílica de Letrán en 1599. Este viaje constituyó un paso importante hacia la dedicación de su vida a la Iglesia Católica.

Vida religiosa y obra

Guillermo Scott, tras su conversión, ingresó en la Orden de San Benito en la abadía de Sahagún, España, en 1604, adoptando el nombre de Mauro. Ordenado sacerdote en 1610, regresó a Inglaterra, donde conoció la difícil situación de sus hermanos en la fe, y vio cómo la persecución era implacable. Ricardo Newport, tras su ordenación sacerdotal y varios años de intensa labor pastoral, fue expulsado de Inglaterra en 1606, retornando a Roma. El trabajo de ambos, a pesar de los riesgos, los convierte en ejemplos de hombres de fe que buscaban el bienestar de los demás.

Milagros y hechos extraordinarios

No se registran milagros atribuidos directamente a Guillermo Scott o Ricardo Newport. Sin embargo, sus vidas, la valentía con la que enfrentaron la persecución y su fidelidad a la fe son los milagros, testimonios de una fe inquebrantable ante la adversidad. La historia registra su resistencia ante la presión de la corte.

Muerte y canonización

Guillermo Scott, tras un breve pero intenso tiempo de apostolado en Inglaterra, fue arrestado y encarcelado en Newgate. En 1612, fue juzgado y condenado a muerte, por ser sacerdote católico y no estar dispuesto a prestar el juramento que se le pedía. Su martirio tuvo lugar el día 30 de mayo de 1612, en la misma plaza de Tyburn donde tres décadas antes habían dado la vida otros mártires católicos. Ricardo Newport también fue arrestado y, tras un juicio similar, también fue condenado a muerte el mismo día. Su ejecución no fue igual, ya que, a diferencia de Guillermo Scott, Newport, aún respirando, fue rematado a espada y descuartizado. El sufrimiento de ambos representa la valentía de la fe frente a la represión. Ambos fueron beatificados el 15 de diciembre de 1929 por el Papa Pío XI.

Elogios y culto posterior

Los beatos Guillermo Scott y Ricardo Newport son venerados como ejemplos de fidelidad a la fe católica en tiempos de persecución. Su legado radica en la memoria que su sacrificio dejó en la Iglesia y en el firme testimonio que representan para los cristianos de todas las épocas. Sus vidas continúan inspirando a los católicos a ser valientes y a no dudar nunca en la defensa de su fe. Su martirio destaca por ser un ejemplo en tiempos de persecución.

"El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará." - Mateo 16:25

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