Beato Ángel de Furcio: Un Ejemplo de Consagración a la Voluntad Divina

Beato Ángel de Furcio: Un Ejemplo de Consagración a la Voluntad Divina

El Beato Ángel de Furcio, un religioso agustino del siglo XIV, nos invita a reflexionar sobre la importancia de la obediencia a la voluntad divina y el camino hacia la santidad en la vida cotidiana. Desde su infancia, consagrado por la promesa de sus padres y guiado por visiones celestiales, su vida fue un itinerario hacia la perfección monacal. Su decisión de renunciar a las comodidades terrenales y abrazar una vida de oración y estudio, y su posterior dedicación a la enseñanza teológica, lo convierten en un ejemplo inspirador para quienes buscan un camino de plenitud en Dios. Este artículo profundiza en la vida y el legado del Beato Ángel de Furcio, revelando la profunda huella que dejó en la historia de la Iglesia.

Índice
  1. Datos principales
  2. Nacimiento y primeros años
  3. Vocación y conversión
  4. Vida religiosa y obra
  5. Milagros y hechos extraordinarios
  6. Muerte y canonización
  7. Elogios y culto posterior

Datos principales

DatosDetalles
Nombre completoBeato Ángel de Furcio
Fecha de nacimiento1246
Fecha de muerte1327
Lugar de nacimientoFurcio, Abruzos, Italia
Lugar de fallecimientoNápoles, Italia
Día de celebración6 de febrero
ElogiosInsigne en su celo por el reino de Dios, profesor de Teología, rehusó un obispado.
AtributosProbablemente ninguno específicamente asociado.
CanonizaciónConfirmación del culto: 20 de diciembre de 1888 por León XIII
PatronazgoNo especificado.

Nacimiento y primeros años

Ángel, nacido en Furcio en 1246, tuvo una infancia excepcional. Sus padres, sin hijos durante muchos años, hicieron votos de consagrar a un hijo a Dios si se les concedía uno. Según la tradición, tuvieron una visión de San Miguel y San Agustín, quienes les prometieron un hijo que seguiría la regla de San Agustín. Desde temprana edad, su madre lo llevó a Cornaclano para que viviera con su hermano, el abad del lugar. Allí, Ángel demostró una inclinación natural hacia la vida religiosa, despreciando las diversiones infantiles, y cultivando el amor a la oración y los estudios.

Vocación y conversión

La vida temprana de Ángel estuvo marcada por una clara vocación religiosa. Su dedicación a la oración y a los estudios, aunada a la formación que recibió en el monasterio, lo prepararon para su ingreso en las órdenes menores a los 18 años. La muerte de su tío abad lo obligó a regresar a casa, donde tuvo que sortear las expectativas de matrimonio que planeaban su entorno. La revelación por parte de su padre de la visión profética tuvo una profunda repercusión en él, dándole a conocer la posible frustración del plan divino por su indecisión. Esta experiencia supuso un momento crucial en su vida, ya que comprendió la importancia de la sumisión a la voluntad de Dios.

Vida religiosa y obra

Después de superar las posibles interferencias en sus planes de vida, Ángel se unió al monasterio agustino de Vasto d'Aimone. Allí, su dedicación al estudio y a la oración lo llevó a progresar rápidamente en su formación religiosa. Sus capacidades académicas lo hicieron merecedor de una beca para París.

En París, bajo la tutela de Giles el Romano (Colonna), un maestro eminente, Ángel profundizó en las ciencias filosóficas y teológicas. Pasó cinco años en la ciudad, completando sus estudios y obteniendo su licenciatura. Su regreso a Italia lo condujo a Nápoles, donde fue nombrado profesor de Teología en el colegio napolitano de estudios superiores. Su capacidad de enseñar resultó en la formación de un grupo de estudiantes entusiastas. A pesar de la tentación del obispado, Ángel rechazó este honor, manteniendo su compromiso con la vida monacal.

Milagros y hechos extraordinarios

Si bien el relato histórico de la vida de Ángel de Furcio no documenta milagros extraordinarios, su vida ejemplar, su profunda devoción y su vocación religiosa son los atributos más admirables para comprender su santidad. Su rechazo a los honores terrenos, su entrega total a la enseñanza y la formación de sus discípulos, son los hechos más relevantes de su vida, mostrando la gracia y la bondad de Dios.

Muerte y canonización

Ángel de Furcio falleció en Nápoles en 1327, rodeado del respeto y la veneración de la comunidad. Su vida, marcada por la obediencia a la voluntad divina, el estudio y la enseñanza, y el rechazo de las tentaciones terrenales, quedó perpetuada en la memoria. Su culto se confirmó en 1888 por León XIII, que reconocía el modelo de vida que representaba el santo para la Iglesia.

Elogios y culto posterior

La figura de Ángel de Furcio destaca por su ejemplar devoción y la profunda influencia que tuvo en sus contemporáneos, especialmente a través de su labor docente. Se le reconoce su dedicación a la educación y su papel clave en la formación de la comunidad religiosa de su época. Su rechazo a las comodidades terrenales y el compromiso con la vida consagrada lo convierte en un modelo a seguir para las generaciones futuras.

"Que la voluntad de Dios sea hecha en mí y en vosotros; y si por nuestra culpa el cielo no recibe lo que le debemos, que sea siempre nuestro consuelo. ”

(La cita proporcionada no es una cita directa atribuida a Ángel de Furcio. Se buscó una cita del texto original, sin éxito, y se usó una frase con un mensaje similar que resalta el tema de la voluntad de Dios y la vida de obediencia.)

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